lunes, 14 de mayo de 2012

Fin Del Sueño En El Sentimiento Azul



Un sentimiento azul

No todos lo sienten igual. Es lógico. La mayoría, como cualquier trabajador, se limita a cumplir con su trabajo con mayor o menor acierto y con mayor o menor aprecio a la empresa que le paga. Como cualquier otro trabajador. Ley de vida y, sobre todo, ley del mercado laboral, donde en función del salario va el rendimiento.

Pero el fútbol no responde a la lógica del mercado. En realidad, no responde a ninguna lógica. Afortunadamente, hay que decirlo. Las sociedades anónimas deportivas son un invento del maligno que no ha logrado vencer la esencia del fútbol: la afición, la pasión, el amor (ilógico) a unos colores, el éxtasis y la decepción en igual medida. Sólo algún perverso iluminado como el que rige los mandos del Oviedo (si alguien lo hace en este momento) puede pensar en el fútbol como puro y duro mercadeo.

Ayer en Matapiñonera (menudo nombrecito para certificar un fracaso), el fútbol puro, el irracional, la locura, estuvo en la grada. Impresionante para quienes seguimos a través de la TPA el encuentro escuchar los gritos de ánimo, ver las numerosas camisetas azules. Desde el sofá, los ánimos se fueron arriba al ver a la representación azul (porque esos sí nos representan) dispuesta al milagro. Y sobre el césped, el otro fútbol, el de las sociedades anónimas, de las nóminas millonarias, de la compra-venta de cuerpos y almas. “Profesionales” en el sentido más estricto de la palabra.

Pero, como en la Galia de Asterix, aún hay en este Oviedo un reducto, un pueblecito galo que resiste ahora y siempre al invasor. La cantera (y no la de Obelix), El Requexón. Un paraje del concejo de Oviedo que se conoce en toda España por la presencia de futbolistas formados en el club azul que están despuntando en la elite del balompié mundial. Santiago Cazorla (campeón de Europa con La Roja), Juan Mata (triunfando en el Chelsea, campeón del mundo con La Roja y europeo con la sub 21), Adrián López (ganador de la Europa League con el Atlético y campeón de Europa con la selección española sub 21) y el último en llegar a Primera, Michu, que se convirtió en el cuarto goleador español de esta temporada.

Hay más, muchos más, y tres de ellos ayer sufrieron la amargura de la derrota y el fracaso en su piel de forma especial. Jandrín, Pelayo y Pascual nacieron para el fútbol en El Requexón. No van de azul, SON azules, lo llevan tatuado, pero no en la piel, como decía Pacheta. Lo llevan grabado a fuego en el corazón. Lo que en San Sebastián de los Reyes fue para unos un partido perdido más y una temporada tirada a la basura, para los de aquí, para los de casa, fue mucho más.

Fue recordar una vez más el descenso de 2001, cuando los lloros de Lotina clamando contra los amaños aún no eran tal y sí sonrisas por dejar a su Osasuna en Primera, tras unos más que sospechosos resultados. Los canteranos vieron en Matapiñonera de nuevo la sombra del doble descenso en 2003, hasta el barro de la Tercera asturiana. Pasaría ante sus ojos aquel interminable penar por campos donde había que aguantar burlas de quien ahora ya no se ríe tanto. Seguro que vino a su memoria el ‘arteixazo’, un golpe brutal. Habrán evocado tantas y tantas cosas que nadie de fuera, por más que se le cuente, podrá llegar a sentir.

Cuando al fútbol se le limpia de sociedades, millones, magnates y fantoches, lo que queda es un aficionado que sufre, ríe, llora y se emociona, según vengan dadas a su equipo. Porque al final, lo crean los que (mal)dirigen esto o no, el fútbol es un sentimiento. Y Pascual, Pelayo y Jandrín deben ser la base para que el Oviedo recupere ese sentimiento. Harán falta futbolistas de fuera, qué duda cabe, pero un equipo sin alma no tiene futuro. Tres canteranos son una pequeña base, pero hace falta más. Y hace falta sobre todo animarles para que sepan que los suyos, los de azul dentro y fuera, contamos con ellos.







FOTOGRAFIAS: IGNACIO FELGUEROSO
TEXTO:  PEDRO PASCUAL

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